Las autoridades financieras de algunas de las economías más grandes del mundo dieron un paso hacia un acuerdo sobre cómo dividir las utilidades de las compañías multinacionales, acortando las diferencias entre las visiones de Estados Unidos y Francia sobre gravámenes a firmas digitales y se comprometieron a delinear un plan para enero de 2020.
El nuevo impuesto estará basado en la presencia digital –no solo física- de las firmas, de acuerdo con un sumario de las discusiones publicado ayer. La redistribución de las ganancias entre las naciones dependerá de qué tan profundamente involucrada está una compañía en un país en particular, potencialmente a través del uso de modelos de negocios altamente digital, aunque los detalles todavía necesitan ser resueltos.
El acuerdo representa una conciliación entre las posiciones francesas y estadounidenses y un significativo paso adelante en un impuesto digital internacional.