“Está claro: los algoritmos nos conocen a nosotros mucho mejor que nosotros mismos. De partida, ya no puedes esconderte de ellos, porque el patrón de desplazamientos que les manda tu celular es casi tan único como tu ADN. Aunque tú me digas “mi celular es anónimo”, no cuesta nada ponerle nombre a ese patrón”, cuenta.
Fuente:La Tercera